Todo sobre mi actividad literaria como escritora, periodista y promotora cultural en la Revista digital y club de lectura La ardilla literaria ( https://laardillaliteraria.com/)

lunes, 31 de marzo de 2014

Fernando Morote: “Ser escritor no es una decisión que toma una persona en sus cabales”

Le ha costado lo suyo para que la crítica, los lectores y sus colegas escritores entiendan su propuesta literaria, y es que el tiempo no solo sirve para poner a prueba la vocación y la perseverancia en la labor que uno ama, sino también su calidad y  trascendencia. Esto es lo que le ha tocado vivir al escritor peruano afincado en Nueva York, Fernando Morote, quien por estos días se halla promocionando su obra Brindis, bromas y bramidos.

Sus críticos manifiestan que ha sobrevivido a la temática de los 90, ¿cómo ve su poesía y narrativa con el devenir de los años?  ¿Cree que algunos de los temas o propuestas envejecen mal como muchos de nosotros?

No creo que los temas o las propuestas envejezcan. Envejece la forma de abordarlas o de mirarlas. Así como el escritor debe ser libre para escribir, el lector debe ser libre para leer. El escritor necesita hallar un perfil, un toque que atraiga y seduzca al lector, más allá de la historia que le está contando. Pero el lector también necesita hacer su trabajo de entrar al texto con la mente y el espíritu abiertos; es posible que descubra algo que lo cautive. De lo contrario, puede quedarse estancado en clasificaciones y parámetros.

El poeta Eduardo Rada lo ayudó a publicar
su primer poemario de título Poesía
Metal-Mecánica
¿Su poemario Poesía Metal-Mecánica (1994) fue incomprendido o poco valorado en su momento, sin embargo, hoy por hoy se ve con otros ojos, ¿qué cambió o qué cambia con el tiempo?

El poeta Eduardo Rada, que por aquellos años organizaba un extraordinario evento denominado “Poetas por la paz” en el anfiteatro del parque central de Miraflores, se interesó por el manuscrito y me dijo: “Tienes que publicarlo”. No me dijo que el poemario fuera bueno o que le gustara. Solo me dijo que tenía que publicarlo porque era una propuesta poco frecuente y sería buena idea presentarla al público. Me entrevistó en su programa de Radio Sol Armonía y me ayudó a publicarlo bajo su sello Ediciones Los Sobrevivientes. Lo que cambia con el tiempo es la apreciación de quien lee, su forma de aproximarse al texto. Hay libros que corresponden a un momento diferente de cuando fueron escritos o publicados. Algunos, lanzados al mercado como promesas de éxito, a veces son rápidamente olvidados. Otros, ignorados al inicio, en ocasiones son rescatados de la oscuridad por alguien que se entusiasmó con su lectura y decidió difundirlos.

Lo mismo le pasó a su libro Los Quehaceres de un Zángano (2009)  ya en este siglo. ¿Está usted condenado a ser entendido y valorado como se debe extemporáneamente? ¿Nos puede explicar por qué una obra tan rica y sustanciosa puede resultar abrumadora para algunos?

Los quehaceres de un zángano fue en principio un libro de cuentos, escritos hacia mediados de los ochenta y principios de los noventa. En esos años no existía la explosión de editoriales independientes que vemos hoy. Era mucho más difícil encontrar medios para publicar. Presenté el manuscrito al CONCYTEC, un organismo del Estado que tenía presupuesto para promover actividades culturales, incluyendo la edición de libros. Después de varias semanas de ansiosa espera, me lo devolvieron cortésmente enfatizando que no podían romper tantos moldes. Pasaron varios años antes de que pudiera recuperar el ánimo. En la misma época que publiqué Poesía Metal-Mecánica tuve el privilegio —gracias a mi amigo Daniel Camino— de conocer a Julio Ramón Ribeyro, quien celebró los relatos, especialmente “El placer humano no es el de la carne”. Pese al impulso recibido no publiqué el material hasta el año 2008, cuando resolví transformarlo en una novela compuesta de cuentos, poemas, cartas y páginas de diario personal.

Su vocación siempre fue la abogacía, pero luego sufre un desencanto con ella, sin embargo, no la
CONCYTEC  rechazó el manuscrito de
este libro porque no tenía intenciones
de romper los moldes establecidos 
deja y se refugia en la literatura, ¿de qué quería huir? O ¿qué no le daba  su carrera que lo hizo desestabilizarse emocionalmente? ¿Contra qué luchaba en esa época?

Tengo el título de abogado, pero no el corazón. Mi vocación es de escritor. Al poco tiempo de empezar la universidad descubrí que lo mío no era el derecho. Sabía que no quería ser abogado, pero todavía no identificaba qué quería ser en realidad. Lo encontré cuando volví a mi raíz y, tras un intento fallido como aprendiz de actor, recordé lo que más disfrutaba en el colegio: escribir. No hablo mucho, y cuando lo hago siento que tengo mucho más para decir de lo que puedo o me atrevo. Entonces escribo.

Ha declarado que siempre “ha llegado tarde a la etapas de su vida”. En ese sentido, ¿considera que también llegó con retraso a la escritura?  ¿Tiene sus ventajas hacerlo tardíamente?

Empecé a escribir desde niño. Era como un juego en el que me sentía libre y cómodo. Me divertía porque, siendo un placer solitario, no enfrentaba censura ni castigo. Podía decir lo que quería, como lo sentía. Y en verdad lo disfrutaba. Después vino el falso sueño de ser abogado, deslumbrado por el éxito de mi padre y mi hermano en esa profesión. Cuando tenía 24 años de edad se impuso la sangre: abandoné los estudios de derecho y renuncié al trabajo que tenía en el departamento legal de un banco para dedicarme a escribir. Debido a mi rebeldía me concentré en las drogas, pero eso sólo agudizó los problemas existenciales que arrastraba. Afortunadamente toqué fondo y encontré una salida. Diez años después, en el 2005, volví a tomar la escritura como actividad preponderante.

¿Qué le han aportado sus clases de creación literaria en el del Museo de Arte de Lima y sus cursos libres de literatura en la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos? ¿Necesitaba prepararse antes lanzarse a escribir y publicar?

Eso sucedió en el verano de 1987. Llegué prácticamente de rebote, pues mi intención inicial era estudiar teatro, pero durante la primera clase me sentí tan abochornado que salí espantado y no regresé más. Busqué otra cosa y encontré el taller de creación literaria. Era un grupo fantástico, encabezado por Otilia Navarrete y asistido por el peruano Richar Primo (hoy escritor y docente en Lima) y los argentinos Jorge Tapia (hoy profesor de biodanza en Córdoba) y Walter Freytes (hoy funcionario de la fiscalía del pueblo en Buenos Aires). Ellos me introdujeron, de una manera seria e informal, lúdica y didáctica, al oficio de escribir como ejercicio creativo y disciplinado. En la universidad de San Marcos recuerdo el curso de teoría literaria, dictado por el escritor José Antonio Bravo, y unas estupendas clases de historia del arte, impartidas por un brillante profesor español. Ambos abordaban sus cátedras con gran sentido del humor, lo cual hacía más amistoso el proceso de aprendizaje y proveía la motivación necesaria para explorar el mundo de la literatura con mayor voracidad.

Quiso ser actor pero salió abochornado
de su primera clase
¿Cómo realiza su trabajo literario? ¿Busca sus historias o ellas las buscan a usted?  ¿Sus personajes tienen que ver con usted o su entorno? ¿Le ha ocurrido alguna vez que le han servido de portavoces para manifestar lo que siente o piensa respecto a algo que le afecta o conmueve?

Los temas no son difíciles de escoger. Escribo sobre lo que mejor conozco. Por una cuestión de instinto, busco siempre un ángulo algo sórdido. Pero luego trato de combinarlo con un poco de humor. Juego con el lenguaje intentando crear expresiones que puedan perturbar de algún modo. Los títulos de mis libros reflejan esa tendencia. ¿Qué relación puede existir entre la poesía y la metal-mecánica? A simple vista, ninguna. Reconozco que ese libro, aparte del nombre, tiene muy poco de poesía. Pero mirando con un poco más de atención, a lo mejor haya alguna conexión. ¿Cuáles son los quehaceres de un zángano? La paradoja conduce, en este caso, directo a la crisis; el ocio productivo se bate en duelo con el pernicioso. El protagonista de la novela transita, a lo largo de su vida, por la cornisa que los separa. ¿Polvos ilegales, agarres malditos? Tomé el título de una frase literal de mi cuento “El placer humano no es el de la carne”. Polvos ilegales se puede entender como la presentación de ciertas drogas, pero también se puede asociar con el adulterio y la infidelidad. Agarres malditos podría implicar las funestas y permanentes consecuencias de efímeros placeres carnales. La interpretación está abierta. Brindis, bromas y bramidos es un conjunto de textos (incluyendo varios micro-relatos) que contienen crítica y reclamos, celebración y agradecimientos, matizados con un enfoque sarcástico.

Se ha dicho también sobre su espíritu irreverente a la hora de tocar temas sagrados, sobre todo para el sentir de la gente de su tierra, por ejemplo, los héroes. No se perdona hablar mal de ellos o cuestionar sus actos, ¿cree que hay temas de los que mejor no hablar?

No puede existir tema intocable. Menos en literatura. Eso sí que sería un pecado imperdonable. La referencia a los héroes en uno de mis cuentos es precisamente mi homenaje a ellos. Entiendo que no es un método muy ortodoxo de rendir tributo o venerar a importantes personajes de la Historia, pero como coartada siempre tengo presente una frase de Joan Miró: “Si en esa línea ves una curva, ¿por qué tendrías que dibujarla recta?”.

Una obra que todavía da
mucho que hablar
Polvos ilegales  y agarres  malditos (2011) es una obra donde se ocupa del género erótico  y lo destapa sin censuras, algo inédito por donde se lo mire, pues es una forma narrativa algo poco común o desconocida en su país.  Al respecto el periodista Fernando Carrasco anota “…ha echado mano a su talento creativo para mostrarnos con acierto los rincones más oscuros y reprimidos de la condición humana”.  ¿En qué momento despierta su interés por lo erótico?

Lo erótico ha tenido siempre un fuerte impacto en mí. Del misterio he pasado a la represión y de allí al descontrol. Con frecuencia ha resultado un conflicto físico y emocional. Por eso lo considero un tema perfecto para escribir. Por años tenía la idea de “Polvos” en la cabeza, pero no lograba darle forma. Un día, durante un viaje de trabajo desde Nueva York a la frontera con Canadá, encerrado 12 horas junto a 5 compañeros en la tolva de un camión, entre máquinas y químicos para lavar pisos, me refugié pensando en el proyecto como una forma de escapar del lugar donde me encontraba. Así diseñé la estructura de la novela. Fue un mecanismo de defensa altamente revelador. Decidí abrir cada capítulo con la estrofa de una canción afín al pasaje narrado y desarrollar los episodios sexuales intercalándolos con diálogos y opiniones del protagonista acerca del matrimonio.

Su nota introductoria al hablar de Judas, el protagonista de su novela, (“un hombre en plena crisis de la mediana edad, procurando su realización personal a través del sexo”) se queda corta teniendo en cuenta hasta donde es capaz de llegar en busca de su placer sexual, ¿no le parece?

Judas es un tipo trastornado, no porque sea pervertido sino porque cree que el sexo puede aliviar o darle sentido a su atribulada existencia. Su idea de lo romántico, social y culturalmente inaceptable, lo lleva a vivir experiencias sexuales que para el resto de la gente son inadecuadas, pero para él son perfectamente normales. En la cuestión sexual, como en cualquier otro campo de la vida, no hay buenos, santos y puros versus malos, sucios y enfermos; solo seres humanos con una complejidad de cualidades y defectos conviviendo en su interior.

Considera que desarrollar un estilo toma tiempo
¿Considera que el género erótico sigue siendo mal visto en nuestra cultura hispanoamericana? ¿Hay una línea divisoria lo suficientemente clara como para señalar, sin temor a equivocarnos, que algo deja de ser erótico y pasa a convertirse en pornográfico puro y duro?

Es difícil precisar dónde está la línea divisoria. Para mí es muy fina, nada clara. Tampoco trato de identificarla. “Polvos” contiene algunas escenas eróticas y otras decididamente pornográficas. Aunque también incluye muchas que son sólo imaginarias. Porque así es la experiencia sexual de los seres humanos. Las descripciones sutiles o explícitas en el libro son un ejercicio consciente y deliberado. El género puede ser mal visto, pero dudo de que quienes lo hagan rechacen o sancionen el sexo en su vida personal. En todas partes hay mucho de hipocresía hacia el sexo.

Brindis, bromas y bramidos (2013) ha recibido una serie de halagos en su aparición, tanto así que los críticos se refieren a una consolidación de su estilo y madurez de su narrativa, ¿cómo observa su obra? ¿Está totalmente satisfecho de ella?

Desarrollar un estilo es un proceso que toma tiempo. Me lo tomo con calma. No me tomo demasiado en serio. Me gusta jugar, experimentar y equivocarme. En ese trance, cuando me desconecto, encuentro lo que busco.

¿Qué retos implica hacer literatura en español en Estados Unidos?  ¿Hay un verdadero interés por leer a escritores hispanoamericanos que no son tan populares o consagrados?

Escribir en español en Estados Unidos tiene la ventaja que concede el aislamiento. Se puede aprender mucho del idioma ajeno para refrescar y enriquecer el propio. Es un reto productivo y fructífero. Demanda mayor atención, se debe recurrir más a menudo al diccionario y aprender basado en la intriga. Eso permite buscar similitudes, contrastar diferencias, probar combinaciones. Pero sobre todo reafirmar las raíces.

Manifiesta que aún no ha considerado
la posibilidad de escribir en inglés
¿Cuánto esfuerzo más tiene que desplegar un escritor latinoamericano para darse a conocer en tierras que no son suyas, y en otro idioma?

Pienso que el esfuerzo es el mismo en todas partes. Ser escritor no es una decisión que toma una persona en sus cabales. La sociedad, la cultura, el mercado, están organizados de una manera donde hay poco espacio para acoger con calidez y dar la bienvenida a los escritores. Prácticamente todo juega en contra. Pero lejos de constituir una barrera es un estímulo poderoso. Cuando uno está resuelto a conseguir lo que quiere, no deja de sorprender la forma en que se pueden encontrar los recursos —en términos de tiempo, energía y dinero— para hacerlo.

Y ¿qué me dice de los espacios donde dar a conocer las obras?  ¿Existe el apoyo de librerías, bibliotecas o centros culturales?

Las bibliotecas —sobre todo aquellas ubicadas en zonas donde la comunidad hispana tiene importante presencia— por lo general abren sus puertas para favorecer el desarrollo de actividades literarias. Las librerías hispanas hacen lo mismo. Muchas de ellas organizan veladas y tertulias, recitales y lecturas, que se combinan con música y a veces cine. Otros espacios, como cafés y restaurantes, sirven asimismo para que escritores y poetas se reúnan a compartir y difundir sus trabajos.

Muchos encargados de las áreas de español de las bibliotecas de Estados Unidos se quejan de la poca cantidad de libros de literatura en español que les llegan, eso quiere decir que también hay cierto interés por parte de lectores no necesariamente latinos por acercarse a nuestra literatura, ¿no le parece?

Las grandes librerías tienen siempre una modesta sección de libros en español. No estoy seguro de que personas anglo-parlantes se interesen mucho por la literatura en español, a menos que sean profesores o individuos trabajando en negocios donde el español es necesario.

Desde hace algunos meses colabora con
varios medios literarios
¿Ha pensado en publicar en inglés? ¿Qué posibilidades de ganarse un lugar ve en esto?

No lo he pensado aún, pero las posibilidades son infinitas.

Colabora con publicaciones en español, ¿De cuánto le ha servido para difundir su obra? ¿Es fácil conseguir hacerse un nombre en medio de tantos que quieren o anhelan lo mismo?

Mi amigo y ex director del Periódico Irreverentes de Madrid, Santiago García Tirado, estuvo animándome durante mucho tiempo para que me lanzara a escribir en revistas y otros medios, a fin de dar a conocer mi trabajo narrativo. Largos meses me mostré reacio a hacerlo, más por timidez y flojera que otras razones. Nunca he sobresalido por mi compromiso o constancia. Sin embargo en el verano del año pasado, se presentaron un cúmulo de situaciones que me predispusieron a hacerlo. Tomé contacto con algunos medios que recibieron con agrado mis colaboraciones y a partir de allí he continuado haciéndolo. En Lima Gris escribo artículos sobre diversos temas culturales y entrevisto autores hispanoamericanos que viven en Nueva York. El Periódico Irreverentes publica semanalmente un capítulo de “Polvos ilegales, agarres malditos”, el que se acompaña con el video-clip de la canción escogida en el libro, de modo que el texto se puede leer mientras se escucha la música. Desde principios de este año he comenzado a escribir en ambos medios artículos sobre cine clásico.

¿Cómo ve el panorama de la literatura en español en Estados Unidos?

Hay un fuerte movimiento. Desconozco en detalle lo que sucede en otras ciudades, pero regularmente recibo noticias de actividades literarias en español a lo largo del país, especialmente California, Washington y Nueva Jersey. Aquí en Nueva York habitualmente se desarrollan ferias de libros, festivales de poesía, presentaciones de nuevas obras, talleres literarios y conversatorios entre escritores.

Ha declarado que escribir no le da de comer pero si de vivir, entonces,  ¿cuál es la vida que le da?

El tipo de realización personal que no encuentro en la actividad que desarrollo para ganar dinero.

¿Qué espera de su carrera literaria? Como dentro de diez años, por ejemplo.

Seguir escribiendo para seguir viviendo.



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viernes, 21 de marzo de 2014

Francisco Núñez Roldán: “La poesía me aporta la musculación lingüística”

Su capacidad para la ficción lo ha llevado a concebir una novela histórica creíble y amena. Sin embargo el autor aclara que para lograr algo así es fundamental poseer cierta cultura y un adecuado manejo del lenguaje. He ahí el secreto de su éxito. Nos estamos refiriendo al escritor Francisco Núñez Roldán que hace muy poco se acaba de alzar con el XVIII Premio de Novela Ciudad de Badajoz con su novela Jaque al peón (Algaida Editores).

Obtener  el reconocimiento por lo que se hace, y en su caso por escribir, es satisfactorio, pero ¿qué demanda o ha exigido alzarse con el XVIII Premio de Novela Ciudad de Badajoz  y aceptarlo?

Sobre todo la responsabilidad de que la editorial confía en mí. Ver que el trabajo ha tenido un mérito, o, por lo menos un éxito significativo, me conduce a seguir escribiendo, a continuar esforzándome. Es un incentivo muy grande para mi labor literaria. Pero cada novela tiene que ganarse la vida, hacerse su camino. Hay que pensar que cada obra va a necesitar un apoyo, un empuje. Por lo tanto, un premio ayuda, pero no lo es todo.

Con esta obra obtuvo el Premio
Luis Berenguer (1995)
¿Ganando un premio literario se tiene bastante avanzada una carrera literaria? Lo pregunto porque también obtuvo antes otros de gran importancia

Es un error pensar así. Salvo que tengas un novio (a) dueño (a) de una editorial. Entonces, sí.

Es escritor e historiador, ¿de qué manera vincula y compatibiliza dichas actividades?  Si se viese obligado a escoger alguna de ellas ¿con cuál se quedaría?

Es muy complicado. Es como cuando le preguntaron a Borges que escogiera entre Góngora y Quevedo, y él respondió: “¿Por qué no me puedo quedar con los dos”. Igual me pasa.  El campo de la historia no la entendería sin una formación lingüística. Si uno quiere hacer este tipo de novela  hay que tener cierta cultura histórica y un elevado dominio del lenguaje. Se complementan. No podría quedarme solo con una.

¿Cuándo aparece su vocación de escritor  y cómo se preparó a ejercerla?

Empecé a escribir tarde. O mejor dicho mi vocación se frustró a temprana edad.  Más tarde, la retomé pero haciendo traducciones. Inicié este camino con un libro sobre el Siglo de Oro de la Lírica Inglesa.

¿Conserva el primer texto que escribió?  ¿Recuerda sobre qué fue?

Lamentablemente no, pero fue una novela negra. Tendría unos 11 años cuando la escribí y un cura sorprendió a un compañero leyéndola apasionado en plena formación. La obra se llamaba El Castillo de Montenegro. Estaba escrita en un cuaderno, y abarcaba unas 12 o 13 páginas. Era la típica historia donde al final sabes que el asesino es el cocinero (risas). A esa edad tienes derecho a cometer todas las equivocaciones que quieras…

Con este libro quedó finalista en el
XXIX Premio de Novela
Ateneo de Sevilla
La poesía juega un papel muy importante en su vida, ¿qué le proporciona?

La poesía me aporta el atletismo, la musculación del lenguaje. La practico poco, pero la leo mucho. La prosa debe tener melodía tal como la poesía. No debe ser solo patrimonio de esta. Una prosa sin musicalidad es aburrida y fea.

Entonces, ¿los escritores deberían empezar escribiendo poesía? Sería lo recomendable ¿no?

Suele ser así, raramente quien hace prosa no ha hecho antes poesía. Casi todos hemos escrito algún poema en nuestra juventud. Como es corta y en teoría, sencilla, la mayoría empieza por ahí. Pero muy pocos pueden decir que empezaron haciendo prosa. Demanda mucho tiempo y esfuerzo.
Por otro lado, hay que ser sinceros, la poesía no da dinero y la narrativa da algo. Y en ese sentido, somos gente material, y preferimos como es lógico contarle al mundo nuestras historias en prosa.

En ese sentido, es uno de los miembros fundadores del grupo poético Cuadernos de Roldán, ¿con qué fin en concreto se reunieron teniendo en cuenta que abundan las agrupaciones de este tipo? ¿Cuán diferente es de las otras?

¿Verdad que hay muchos poetas?  Son como setas (risas). No es un grupo poético como tal. Nos reunimos cada cierto tiempo en una taberna para charlar de todo un poco, y no necesariamente de poesía. Solemos publicar un cuaderno de poemas con cierta periodicidad, pero no somos tan literarios como parece. La diferencia radica en que nos reunimos por el puro placer de compartir nuestras vivencias tomando como punto de partida la literatura.

Usted se divierte mucho en clase dictando clase, ¿no es así?

Mucho. Me gusta hacerlo. Aplico lo que se hoy se denomina la transversalidad. Siempre la he aplicado, por lo que no me resulta nada novedoso. Les muestro otras formas de ver y entender la vida, y eso hace que amplíen sus criterios y sean más tolerantes. 

Premio de Novela Picaresca
Diablo Cojuelo
E incluso hemos encontrado intervenciones suyas muy polémicas, ¿es consciente que le pueden ocasionar problemas?

¿Qué le voy a hacer? Es inevitable.

¿Es complicado enseñar en estos tiempos? ¿Los alumnos están interesados en aprender?

En España prima un criterio erróneo entre los jóvenes: que tienen todos los derechos pero pocas obligaciones. Eso crea conflictos, indudablemente. En ese sentido, la excelencia es algo que habrá que buscarla. No está en boga en la actualidad. Va a requerir trabajo y tiempo.

¿Escribe sobre historia porque quizá es una manera de hallar respuestas a sucesos inexplicables? Es decir una forma de jugar a ser  el que logró explicar el misterio o rellenar el vacío, ¿lo considera así?

Para entender el presente de cualquier colectivo es importante conocer su pasado. Debe conocerse la historia. Hay que ir siempre al génesis para hallar las respuestas. No existe otra forma de hacerlo.

Sobre su novela Jaque al peón ¿qué lo condujo a seguir adentrándose aún más en la vida  de Felipe II?  ¿Por qué le resulta tan atractivo este personaje?

La lectura de unos libros antiguos que tengo en casa me fue involucrando en la vida de Felipe II, y a medida que avanzaba en su historia, me fue impresionando su minuciosidad y tesón. Fue un gran estratega, y prácticamente tuvo que luchar solo contra el mundo. Allí su mérito. Fue un personaje que echó mano de los recursos a su alcance para defender su derecho a reinar. Sin embargo, la historia o quienes contaron la suya fueron duros e injustos con él. Por otro lado, es inaceptable juzgarlo con cánones de esta época. Es vital verlo en su contexto histórico.
Geoffrey Parker en su libro de mil 600 páginas sobre Felipe II  ha logrado reivindicarlo. Tanto así que lo concibe como un monarca ejemplar.

Premio Corpus Barga de Narrativa
Juvenil 2007
En su novela se entremezcla el amor con política, pues Cristóbal de Moura mientras cumple con su misión tiene que lidiar con un amor apasionado y prohibido, situación compleja y complicada, ¿no cree?  ¿Fácil de caer en la distracción cuando está de por medio una mujer?

En todos  los tiempos ha ocurrido y supongo seguirá ocurriendo (risas).Justamente esos ingredientes dan forma a la novela.  En especial el amor clandestino de Cristóbal de Moura, que incluso el mismo Felipe II se lo prohíbe. Gracias a ese sentimiento es que me fue posible armar la novela.

¿Le fue sencillo equilibrar la realidad con la ficción? ¿Cuánto tiempo de investigación le demandó tener lo necesario para escribir la novela?

Es fundamental darle la suficiente carga de fantasía a la historia. Contarla bien. Hacerla creíble. Eso se consigue trabajando y me demandó un poco más de dos años. Hice mucho acopio de información, visité bibliotecas y me empapé de datos de la época. Por eso pude construir adecuadamente la historia, de lo contrario, hubiese sido tan solo un ensayo histórico.

Pero a usted no le satisface solo la recolección de datos sino que hace una especie de trabajo de campo recorriendo los lugares donde han acontecido los hechos que usted narra ¿En qué momento lo hace, después de conseguido los datos, o poco antes de comenzar a redactar? 

Primero me leí toda la documentación a mi alcance, además de la biografía de Cristóbal de Moura, la única que existe debo decirlo, y luego con la novela ya concebida en mi cabeza fui a patearme los lugares donde se sucedieron los acontecimientos. Con todo claro, inicié el trabajo literario como tal.

Con la autora de la nota 
El lenguaje es muy importante en una historia, ¿por qué dejó de lado el de ese contexto y optó por otro más actual? ¿Esto no le resta credibilidad?

Para hacerlo entendible y creíble tuve que darle ese barniz arcaico sin serlo realmente. Si me hubiese ceñido al lenguaje de esa época hubiese sido duro y oscuro de leer. Busqué el equilibrio, y creo que lo logré.


Es cierto que a estas alturas, los lectores saben que van a ser engañados y que les gusta que lo hagan, pero bien. No todos saben mentir con clase y credibilidad, ¿cree que lo ha logrado?

Me gustaría haberlo hecho bien. Quienes lean la novela podrán decir si lo conseguí o no. Hay que contar mentiras que parezcan verdad.

A usted que le gusta leer tanto como viajar, ¿qué enriquece más la vida de una persona lo uno o lo otro?

Las lecturas sin viaje no te dan una visión clara del mundo, y viceversa. Como no tengas un conocimiento previo pueden resultar engañosos. Y por otro lado, no todos ven lo mismo, hay diferentes criterios sobre, por ejemplo, un paisaje o el pasaje de una historia. Sin embargo, juntos y complementándose incrementan nuestra riqueza espiritual.
Parafraseando al poeta Fernando Pessoa puedo decir: “Los clásicos nunca me han hablado de amaneceres, pero gracias a los clásicos he aprendido a ver los amaneceres”.



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domingo, 2 de marzo de 2014

Rosario Valcárcel: “Yo creo que el sexo puede salvarnos del mundo”

Su reino es el sueño perpetuo y camina sobre las aguas de la sensualidad. Está hecha de arena y sentimiento, y se alimenta de sol. Es poeta y como tal, puede ser turista en otras dimensiones y charlar de tú a tú con habitantes mágicos, pero como narradora también  es capaz  de meterse en la piel de comunes mortales y adentrarse en los terrenos de sus insatisfacciones, dolores y ansias. 
Eso y más es Rosario Valcárcel, una autora que es considerada la pionera de la narrativa erótica canaria. Los invito a conocerla.
¿De qué manera influye el lugar donde ha nacido o su hábitat en la personalidad u obra de un escritor o creador?  Usted que lo ha hecho en una isla,  y obviamente, cerca al mar, ¿cómo se ve a sí misma y de qué forma interpreta su obra?  ¿Qué le debe a ese entorno?
En mi obra siempre aparece de alguna manera  el mar, aparece el amor y el miedo que siento hacia él. Las imágenes tanto visuales como auditivas de mi playa de Las Canteras, su arena blanca, el nombre de sus piedras, la fauna marina. Las islas. Las calles en donde jugaba de pequeña, el cine, el entorno en donde  crecí y me enamoré. Todo ello ha ocupado un lugar especial al que le debo alegrías, logros, emociones, nostalgias…
Su primera obra “La peña de la Vieja y otros relatos”, como era de esperarse, tenía que ver con el
Fue en Madrid donde sintió la necesidad de evocar y
transmitir
mar, pero con aquel de sus recuerdos,  ¿obviamente existe un antes y un después en la visión que se tiene de algo cuando somos niños y luego adultos?  ¿Quién cambia en  verdad,  el mar o el espectador,  ninguno o ambos
?
Concretamente en mi primer libro “La Peña de la Vieja y otros relatos” es un homenaje a la playa de Las Canteras, al cine de siempre, la Navidad, el Carnaval, a una ciudad más humana. A mi infancia entre Gran Canaria, Tenerife, La Palma. Un libro escrito sobre los recuerdos.
Un libro que escribí en los años en que viví en Madrid. Momentos en que se creó en mí una necesidad de evocar y transmitir. De escribir sin nostalgias o acaso sí.
La visión que tenía del mar no ha cambiado, sigue siendo aquel espacio sobrenatural, mágico en donde pasé mi infancia. Lo que ha cambiado es la conciencia del mismo y eso es lo maravilloso. 
¿Qué la lleva a escribir? ¿Qué recuerdos tiene de esos primeros instantes con la literatura?  ¿Qué temas la inspiraban? ¿Alguien la alentó en su vocación?
Todos los isleños y especialmente los creadores nos identificamos con el mar porque él nos transmite imágenes, nos cuenta cosas, ideas… Nos inspira.
Pero además yo tuve la suerte de entrar en la literatura y en el cine de la mano de mi padre. Un ser que inventaba historias, que contaba cuentos y que llenó mi universo de murmullos y sueños, de animales que hablaban. De cuentos que él se inventaba.
También me inspira la realidad, la propia vida, el amor las fotografías y sobre todo el cine de antes, ese cine clásico de mi adolescencia en donde todo se imaginaba, se soñaba. Sueños que siguen siendo necesarios para escribir.   
Empezó con los relatos, pero también hizo poesía, ¿por qué el cambio? ¿Qué necesidades no podía cumplir la narrativa? 
No creo que haya sido un cambio brusco porque dicen que mi narrativa es poética. Aunque en realidad escribir poesía es algo más hondo, más profundo, más meditado, más potente, más silencioso.  El camino hacia la raíz. Con la poesía la palabra a veces tiembla y sufre, otras  acaricia y goza.
Para mí escribir poesía ha sido un reto heroico.
Leyendo un pasaje de su obra durante una presentación
¿De qué manera colmó sus ansias comunicativas el poemario “Las máscaras de Afrodita?  A propósito, ¿no nos sacamos la máscaras ni para dormir? ¿Es que nunca nos mostramos tal y como somos? 
Aunque ya había participado en antologías con algún poema. El poemario Las Máscaras de Afrodita colmó mis ansias de levedad y de autenticidad interior.
En el mundo actual todos somos productos de nuestra cultura, de una etiqueta. En cierta medida  nos disfrazamos, utilizamos una máscara quizás para defendernos de nuestros miedos o para cumplir un rol ante la sociedad. 
Pero para los artistas eso es una ficción porque nuestra escritura no puede, o no sabe mentir. No podemos ocultarnos detrás de máscaras. Necesitamos contar nuestros secretos, nuestras emociones…
¿Se siente mejor en su rol de poeta?  ¿Qué ventajas otorga ser un narrador y a qué no puede aspirar un poeta dentro de la literatura?
En mi rol de poeta puedo crear seres metafóricos, puedo ser más auténtica. Como narradora puedo contar, hacer ficción o narrar la realidad sobre la rutina y la languidez que se produce en la vida cotidiana de las parejas, sobre el poder de la fantasía y el sexo. Me permite fabular, explayarme en el tema que surja. Me permite adoptar figuras e imágenes diferentes a la vez.
Pero los temas del amor y el erotismo no aparecen por vez primera en su poemario, sino ya antes, en su libro “Del amor y las pasiones”, y en “El Séptimo Cielo” sin embargo, muchos críticos coinciden en afirmar que es con “Las Máscaras de Afrodita” donde se encumbra su talento en el ámbito amoroso-sensual-erótico.
Mi literatura ha tenido desde sus comienzos  una carga sensual, de fantasía, el placer y el sufrimiento, la conciencia de lo efímero de la vida.  Me alegra saber que con “Las Máscaras de Afrodita” ha sido mi momento más amoroso-sensual-erótico.
Muchos expresan que con el erotismo hay que ir con mucha sutileza, o mejor dicho, con mucho
Su primera obra
tacto, y esas precauciones se extreman cuando se trata de abordarlo en la literatura. Supongo que a las mujeres se les pide más, o quizá, se espera menos de ellas. Como fuere, ¿cómo se llega a ser considerada la pionera de la literatura erótica canaria hecha por mujeres? ¿En qué momento aparece mostrando su propuesta y por qué impacta tanto?  Y, algo más, hasta ese instante ¿qué habían o no hecho sus colegas hombres por la literatura erótica canaria?
Ahora bien al estar escrita por una mujer puede aportar elegancia, dulzura, sensualidad, intimidad o ternura… Quizás las mujeres podemos aportar una presencia diferente de nosotras mismas, esa imagen moderna de mujer que se impone como ser que reivindica su sexualidad y no como objeto deseado. 
En Canarias ha habido un vacío. Las sociedades patriarcales frenaron y negaron el disfrute de la mujer. El placer ha estado marcado por la religión, la culpabilidad y los tabúes. El deseo y el gozo eran entendidos como sombras pecaminosas, vivíamos entre el cielo y el infierno. Existía una incapacidad para hablar del sexo mismo, de alguna forma se sublimaba. Y por lo tanto no ha sido un tema que se haya prodigado en los tiempos pretéritos.
 Hoy el erotismo está de moda en todos sus registros escritos, pero yo, como mujer, estoy considerada la pionera de la narrativa erótica en Canarias.
¿Ha cambiado en algo la actitud que tienen los lectores frente a la literatura erótica? ¿Siguen siendo ellos los que más buscan lecturas de este estilo? Y las mujeres, ¿qué esperan de este tipo de libros?
Para la sociedad actual todo es erotismo, se emplea en la publicidad, en la política, en el cine. Estamos saturados de seducción erótica. Y creo que la mujer es la que más busca este tipo de literatura, quizás porque durante mucho tiempo estuvimos vetadas.  Este tipo de libro puede enseñar a los hombres y a las mujeres a querernos más, a ser más libres.  
Cuando se habla de literatura erótica sana ¿entra a tallar la autocensura, los prejuicios, la culpa o la desinformación?  ¿Nos hacemos un lío con los conceptos? ¿La mayoría entiende más o menos lo mismo? El escritor reúne en su escritura el recuerdo de unas experiencias reales.
La sexualidad femenina es un descubrimiento de los años sesenta, gracias a ese momento la mujer se hizo visible, se despoja de sus prejuicios y expresa sus sentimientos más profundos. El escritor/a de alguna forma cuenta sus experiencias y sus sueños. Hoy la mujer explora y descubre su cuerpo, realiza juegos eróticos, se encuentra libre de la culpa, del pecado. Y creo que hoy, nadie se hace un lío con los conceptos.
Catorce relatos cargados de sensualidad
¿Qué tipo de literatura erótica es la suya si queremos ubicarla en un contexto determinado?  ¿Cómo definiría su trabajo en este aspecto?
Mi literatura erótica habla del amor, de los cuerpos encontrados, de acontecimientos, del placer del juego, la ironía, la narración libre y desenfadada, de experiencias personalizadas y de  las relaciones humanas que sufren  metamorfosis. Del sexo como salvación que sale al encuentro de la pequeña muerte y la convierte en aliada de la vida.
Mi trabajo lo definiría como un canto a la libertad, a la vida, a la belleza. Decía Dostoievsky que “Solo la belleza salvará al mundo”. Yo creo que “el sexo puede salvarnos del mundo”. Es un antídoto ante las desgracias, ante la muerte
Pero su preocupación o interés literario también se extiende hacia el lado de la niñez. Vemos que ha hecho poesía infantil, participado en coloquios realizados en escuelas y  forma parte del colectivo Andersen, ¿no cree que es nuestra obligación devolverle a los niños su edad, su estado natural? En otras palabras, dejar que vivan su tiempo sin apuro y no permitir que envejezcan prematuramente con cosas de adultos.
Totalmente de acuerdo yo siempre digo que yo, afortunadamente, he vuelto a ese mundo de la infancia, de dónde nunca tenía que haber salido. Al mundo que más se acerca a la perfección y del cual siempre estamos aprendiendo. Por eso soy partidaria de que los niños vivan su infancia sin prisas y que la vivan intensamente porque ella será la energía que le servirá para su vida de adulto.
Dio el salto a la novela en 2012 con su obra “Moby Dick en Las Canteras Beach”, que recrea  el
Es una mujer y escritora que vive sin
máscaras
rodaje de la película “Moby Dick” en aguas canarias. ¿Qué tiene de usted, María Teresa, la adolescente narradora de esta historia?  Sin duda hay acontecimientos que nos marcan de por vida, pero con el correr del tiempo, los evocamos algo distorsionados. Sobre todo eso pasa con los que nos hicieron felices, sin embargo, los recordamos mejor de lo que en verdad, fueron, ¿no cree?
Di el salto a la novela con Moby Dick y para ello me sumergí en el mundo de los platós, del rodaje de Moby Dick, protagonizado por Gregory Peck y dirigido por John Huston en las aguas de mi playa de Las Canteras. 
María Teresa, la narradora de mi “Moby Dick en Las Canteras Beach”, tiene de mí la memoria inconsciente asociada a las cosas que mi familia, amigos y vecinos contaban sobre el rodaje que tuvo lugar en Gran Canaria.
Recuerdos que se relatan en la novela, que no se han distorsionado porque antes de empezar a escribir me documenté con los periódicos de la época. Además tuve la suerte de tener las voces de algunos de los protagonistas canarios, que intervinieron en el rodaje, en un CD titulada “Salvar la Memoria Moby Dick y Tirma” que realizó en la isla Luis Roca Arencibia.
¿Qué espera de su futuro literario?
Espero del presente. No quiero afrontar el futuro sino vivir el presente y en él poder seguir trabajando, leyendo y mucho, tanto para mi proceso de escritora como para mi vida espiritual, porque estoy convencida que a través de la lectura puedo enriquecer mi vida, incluso llegar a ser mejor persona.


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